Crece e Invade (Mateo 13:31-35)

Mateo 13,31-35
 Otra parábola les refirió, diciendo: El reino de los cielos es semejante al grano de mostaza, que un hombre tomó y sembró en su campo; el cual a la verdad es la más pequeña de todas las semillas; pero cuando ha crecido, es la mayor de las hortalizas, y se hace árbol, de tal manera que vienen las aves del cielo y hacen nidos en sus ramas.
Otra parábola les dijo: El reino de los cielos es semejante a la levadura que tomó una mujer, y escondió en tres medidas de harina, hasta que todo fue leudado. Todo esto habló Jesús por parábolas a la gente, y sin parábolas no les hablaba; para que se cumpliese lo dicho por el profeta, cuando dijo:
Abriré en parábolas mi boca; Declararé cosas escondidas desde la fundación del mundo.
En el barrio donde está ubicada la iglesia en la que me congregó, en cierta calle hay una pared que tiene este pensamiento más o menos así: analiza si lo que estás haciendo hoy te está llevando a donde ayer pensabas que ibas a llegar. Me gustó este pensamiento porque al leer estas dos parábolas de Jesús me encuentro que el reino de Dios crece en la vida del creyente e invade toda la vida del creyente.
Entonces, ¿lo que estoy haciendo, la manera en que pienso, actuó, me comporto, ha tenido un crecimiento en virtudes o sigo siendo el mismo personaje de años atrás? ¿En qué áreas de mi vida está el reino de Dios y en qué áreas no está? ¿O está en todo? ¿Está en nada?
Muchos cuentan que cuando empezaron a formar familia lo único que tenían era un cuarto donde vivían, un colchón, una mesa, una estufa, un tanque de gas. Ahí en esas pequeñas insignificancias se empezó a construir una familia. Pero no se quedó ahí. Los muebles aumentaron. Los cuartos se fueron añadiendo. Esto para muchos es un inicio normal en la formación de un hogar ya que una gran familia se construye desde esos pequeños insignificantes inicios.
El reino de Dios crece en la vida del creyente. Inicia en una pequeña oración de arrepentimiento hasta convertirse en una vida que testifica y atrae también a otros al reino de Dios. El reino de Dios invade toda la vida del creyente. Inicia en pequeños cambios de pensamiento. Hasta convertir toda su vida en una vida que se guarda sin mancha en el mundo.
El evangelio de Mateo no se escribió parea ser vendidos en librerías. Fue escrito para una comunidad cristiana. Una comunidad cuyo fundador se llamaba Mateo. Pero si recordamos los inicios de Mateo, ahí el cobrando impuestos, sin fe, sin Dios, jamás pensaríamos que ese hombre formaría una comunidad cristiana. Sin embargo, el Maestro pasó frente a él, lo llamó y Mateo decidió seguirle. Y es ahí donde una decisión insignificante el reino de Dios empezó a crecer en él. El seguir a Jesús, y aprender de él, hizo que el reino de Dios poco a poco creciera en sus pensamientos, en sus actitudes y en sus decisiones.
Para Reflexionar: 
1) ¿Hasta qué punto está creciendo en mí el reino de Dios?
2) ¿Hasta qué punto todo lo que soy está invadido por el pensamiento de Dios?

Comentarios