Lucas 5-17-26
Un día que Jesús enseñaba... llegaron unos hombres que traían en una
camilla a un paralítico... A causa del gentío no hallaron por donde llevarle
hasta Jesús, lo subieron al terrado, y por el techo lo bajaron y pusieron con
la camilla en medio, ante Jesús...
Es una escena muy concreta. Voy a
representármela. Gran expectativa, un deseo muy fuerte y muy humano. Es un
deseo de curación corporal el que anima a esas gentes. A mi alrededor, en el
mundo de hoy... ¿Cuáles son Tas necesidades? Las que sienten incluso los
espiritualmente débiles.
El cual, viendo su fe, dijo: ¡Oh hombre! "Tus pecados te son
perdonados"
Los beneficios de Dios no suelen
ser precisamente de orden material. Las más importantes maravillas de Dios
suceden en los corazones. La liberación del pecado es el gran beneficio divino.
Quizá este paralítico, que tan a menudo necesitaba de los demás, que dependía
totalmente de los de su entorno, por este hecho precisamente, estaba mejor
preparado ara aceptar el perdón. Si muchas personas rehusan el perón de Dios,
es que no quieren "recibir" nada de los demás: ello supondría aceptar
los propios límites, implorar la misericordia divina..., y un secreto orgullo
impide dar este paso... uno cree bastarse a sí mismo, y desea salir del apuro
por las propias fuerzas.
Entonces los escribas y fariseos empezaron a pensar: ¿Quién es Este que
así blasfema? ¿Quién puede perdonar... sino sólo Dios?"
Más allá del escándalo...
precisamente los escribas y fariseos eran a menudo de esos hombres que no
estaban dispuestos a "recibir" la salvación. De la rectitud moral
hicieron su religión, y se creían capaces de "conquistar" la
salvación a fuerza de voluntad. En las dificultades que encuentro para
confesarme, ¿no hay algo de esto? En el fondo me siento vejado, humillado por
recaer siempre en las mismas faltas. En lo profundo de mi mismo, ¿no se
escondería ese deseo ambiguo de ser justo para no tener necesidad de pedir
perdón: de llegar a poder prescindir de Dios?
Mas Jesús que conoció sus pensamientos, les dijo: ¿Qué es más fácil
decir: Tus pecados te son perdonados... o decir: Levántate y anda?
Jesús revela a Dios. El verdadero
rostro de Dios es "el amor que perdona"... y no, el juez que condena.
Este es el gran milagro que Dios realiza continuamente. Pero, para mostrar que
este resultado, aunque invisible, es muy real... Jesús lo refuerza con un
resultado visible y confortable. Te doy gracias, Señor, por esa curación interior
que realizas sin cesar en millones de corazones humanos: cada día hombres y
mujeres reconocen su pecado en la intimidad de su conciencia, y se
"levantan" por la acción invisible de tu gracia... ¡Y recaen y se
levantan de nuevo! Gracias, Señor, por esa Sangre que has derramado por mi amor
y por haberte comprometido por entero en ese gran combate contra el mal... para
salvarnos del pecado.
Todos quedaron pasmados, y glorificaban a Dios: "Hoy sí que hemos visto cosas maravillosas". Danos,
Señor, este sentido de gratitud, de acción de gracias... ¡Recibimos tan a
menudo tu perdón! Danos un espíritu de gozo y de alabanza que haga que los
beneficios recibidos suban hacia Dios. Sí, incluso mi pecado puede llegar a ser
un camino que me conduzca a Dios. Pero es preciso que yo lo reconozca.
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